4 casos donde Lecxit es mucho más que una hora a la semana

Voluntariado Lecxit

Laia Vicens - periodista

El programa de fomento de la lectura se adapta en entornos vulnerables, conecta la escuela con la biblioteca y capta la implicación intergeneracional de voluntarios y voluntarias.

Los datos avalan el programa Lecxit: más de diez años en funcionamiento, 150 municipios implicados, unos 300 espacios Lecxit (entre escuelas, bibliotecas y entidades), casi 2.000 parejas lectoras y unas 40.000 horas de voluntariado acumuladas, solo en Cataluña. El programa de la Fundació Jaume Bofill que vela por fomentar la mejora de la comprensión lectora en primaria, tiene una mecánica tan sencilla como efectiva: une durante una hora a la semana a niños y niñas sin demasiados hábitos lectores con voluntarios y voluntarias que tienen la misión de transmitirles el gusto por los libros y ayudarles a entender lo que leen. Pero, en algunas escuelas, este programa es mucho más que una hora a la semana, porque Lecxit ha servido de revulsivo para ir más allá: en algunos casos, ha permitido lograr pequeñas victorias lectoras en barrios muy vulnerables, en otras ha conectado la escuela con la biblioteca, e incluso ha conseguido tejer redes de personas voluntarias implicadísimas en el programa.

Carmen, enfermera de profesión, es una de las voluntarias de Lecxit en la escuela Antoni Gaudí, de Santa Coloma de Gramenet. Conoció el programa a través de su hija y no dudó en sumarse: “Me interesaba mucho acompañar a un niño o niña que tiene dificultades, pero sobre todo quería transmitirle el placer por la lectura”. Los primeros días, recuerda, fueron muy difíciles: al alumno, de 10 años, se le hacía cuesta arriba la lectura y prácticamente no recordaba las frases que acababa de leer, y esto le frustraba. “Me preocupé muchísimo. ¿Qué podía hacer? Vi que él tenía un interés clarísimo en la vida, el fútbol, y busqué libros ilustrados que hablaran de fútbol”, explica. E hizo diana. En el tramo final de curso la situación ha mejorado muchísimo: Carmen ha conseguido que el niño con quien ha hecho Lecxit se centre cuando lee, coja velocidad en la lectura y se sienta orgulloso cuando acaba un libro. “No he salido contenta, he salido maravillada”, resume.

Uno de los apoyos durante todo el curso para Carmen ha sido el resto de equipo de voluntarias. “Se ha creado de forma espontánea un grupo muy cohesionado, que no solo pensaban en el niño o niña a quien acompañaban, sino en los otros, y compartían e intercambiaban materiales”, explica Marta Piqué, dinamizadora del programa. El buen trabajo de las voluntarias ha tenido un impacto en los niños y niñas: “Los niños y niñas acaban las lecturas que empiezan, y cuando ven que es mérito suyo, se dan cuenta de que leer es provechoso para ellos y ellas”.

Carmen, voluntaria Lecxit: “No he salido contenta, he salido maravillada”.

Voluntariado intergeneracional

En otro municipio del área metropolitana, en Castelldefels, el papel del voluntariado también ha facilitado que Lecxit dé un salto hacia delante en la escuela Lluís Vives.

Una de las buenas prácticas que los dinamizadores y dinamizadoras del programa resaltan de este curso es haber incluido alumnos de ESO en el equipo de voluntariado, a través del Servicio Comunitario. Se trata de una asignatura obligatoria en la ESO que establece que los alumnos tienen que dedicar algunas horas a hacer un servicio a la comunidad, ya sea en materia educativa, medioambiental, cultural o de ocio, entre otras opciones. Eduarda, de 15 años, eligió ser voluntaria de Lecxit. “Me gusta estar con niños y niñas y es la escuela donde iba de pequeña”, explica. Ha salido encantada de la experiencia: “He aprendido a tomar decisiones y a mejorar mi relación con los niños y niñas”. Marina Arcos, que ha liderado la aplicación de Lecxit en la escuela Lluís Vives, agradece la implicación de las jóvenes. “Ha sido un intercambio muy interesante. Hay muchos niños y niñas de 4º de primaria que son preadolescentes y veían que las voluntarias no les trataban como criaturas. La relación es mucho más cercana y, por tanto, el referente lector que han tenido es alguien mucho más cercano a ellos”, asegura: “Han hecho un vínculo mucho más grande y esto ha hecho aumentar la motivación y mejorar su actitud respecto a la lectura”. Y si bien admite que el soporte académico que puede ofrecer una joven de 15 años no es el mismo que el de un adulto, Arcos asegura que “con un buen acompañamiento” a las voluntarias, estas dificultades “se pueden superar”. “Hemos mejorado la comprensión lectora de los niños y niñas de 4º, pero lo que más ha impactado es en su relación con los libros. Ahora saben que les gusta leer y tienen más autoestima”, valora.

Para Arcos, esto es lo más importante: “Hay voluntarios y voluntarias que se frustran porque tienen muchas expectativas y piensan que se espera mucho de ellos y les tenemos que ir recordando que el objetivo principal del programa es que los niños y niñas tengan interés por la lectura”. En este sentido, Arcos se pone deberes de cara al próximo curso: es necesario seguir buscando formas de crear espacios más adecuados y acogedores para leer en las escuelas. “En muchos centros no hay bibliotecas ni espacios preparados para la lectura y esto afecta muchísimo”, lamenta.

Eduarda (15 años) voluntaria Lecxit: “He aprendido a tomar decisiones y a mejorar mi relación con los niños y niñas”.

Salida a la biblioteca

Precisamente, conscientes de la importancia de tener un espacio apropiado para leer, desde la escuela Montpalau de Pineda de Mar dinamizaron una salida a la biblioteca municipal para que los niños y niñas que participan en Lecxit conozcan este equipamiento clave para todos los amantes de los libros. “Si teníamos que fomentar el hábito lector, tenían que conocer la biblioteca, como espacio donde ir a leer y donde conocer un sinfín de libros que ellos no sabían ni que existen ni que pueden acceder a ellos libremente y llevárselos a casa unos días si les gustan”, afirma Maria Nicolau, la dinamizadora Lecxit en esta escuela.

La salida dio sus frutos: “Hay quienes han vuelto con las familias, quienes se han hecho el carné y que ya han cogido libros de préstamo”. El cambio de chip se ha producido a gran escala, dice Nicolau. “No solo leen mejor, sino que han descubierto el gusto por la lectura, y esta es la semilla que hará que sigan leyendo”, reivindica. Según las opiniones que han recogido a finales de curso, los participantes Lecxit dicen que ahora se divierten leyendo y creen que lo hacen mejor que antes. Un dos por uno fantástico que Nicolau espera que sirva para reducir el fracaso escolar: “Muchos alumnos se frustran mucho cuando no entienden lo que leen y está estudiado que esta es una de las causas que hace que abandonen los estudios”.

Para consolidar el trabajo hecho, el reto pasa también porque las familias sean un referente lector para sus hijos e hijas. “Sabemos que hay familias que no pueden por tiempo, por desconocimiento o porque no conocen la lengua, pero tienen un papel clave para crear el hábito lector”, dice Nicolau.

Maria Nicolau, dinamizadora Lecxit: “No solo leen mejor, sino que han descubierto el gusto por la lectura, y esta es la semilla que hará que sigan leyendo”.

Adaptados a la complejidad

En la escuela Rosa Sensat de Reus saben bien que el idioma es una barrera para muchas familias. En muchos hogares no se habla el catalán y a la hora de leerlo, los niños y niñas tienen serias dificultades y les supone “un esfuerzo extra”, lamenta Ester Franquès, la dinamizadora del programa en el centro. “El reto principal ha sido mantener la atención, que se concentraran en la lectura y que hubiera un buen ambiente”, dice.

En un barrio complejo y muy vulnerable, en esta escuela Lecxit se ha adaptado a las necesidades de los niños y niñas: lo han introducido dentro del horario lectivo para que el absentismo escolar no perjudicara el programa, han hecho juegos de adivinanzas, han incorporado la lectura con actividades de todo tipo y han reducido las opciones de libros para leer para no eternizarse a la hora de elegir un libro. El cambio ha sido notorio: “Todos los niños y niñas han hecho una mejora, tanto actitudinal como de lectura, porque hemos conseguido que no la rechacen”, dice Franquès. Lo confirma Montse, que ha sido voluntaria en la escuela. “Ha servido para despertarles el interés que pasan cosas buenas cuando leemos”, explica. Trabajadora en el sector bancario y madre de 3 hijos, decidió apuntarse al programa para “ayudar a algún niño o niña a interesarse por la lectura”. “Me gusta mucho leer cuentos, creía que las cosas que había aprendido como madre las podía aplicar a otros niños y niñas”, añade. Participar le ha abierto los ojos: “No hace falta ir muy lejos para ver que hay muchas diferencias dentro de una misma ciudad. Lecxit me ha enseñado que todo el mundo se merece las mismas oportunidades”. Ahora espera que los niños y niñas se queden con un mensaje: “Ahora saben que si hay alguien que se interesa para que lean es porque leer es muy importante”.

Montse, voluntaria Lecxit: "Lecxit me ha enseñado que todo el mundo se merece las mismas oportunidades".

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